Caleb y Josué vieron lo mismo que los otros diez espías, pero su mirada fue distinta
Josué y Caleb hicieron parte de los líderes que fueron enviados por Moisés a explorar la tierra prometida cuando estaban en el desierto, junto con otros 10 líderes fueron testigos de lo maravillosa que era la tierra; ¡tal como Dios se los había prometido!
Todos fueron testigos de la sobreabundancia de la tierra, todos vieron el tamaño de los frutos, pues cortaron un racimo de uvas y tuvieron que cargarlo entre dos, realmente fueron testigos de que era la tierra donde fluía leche y miel. De la misma manera, todos fueron testigos de lo poderoso que parecía el pueblo, las ciudades fortificadas y los gigantes.
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Caleb y Josué vieron lo mismo que los otros diez espías, pero su mirada fue distinta. Mientras los demás filtraron la realidad a través del miedo y la lógica humana, ellos la vieron a través del lente de la promesa de Dios. Sabían que no se trataba de su fuerza, sino de la fidelidad de Aquel que les había dicho: “Esa tierra es suya.”
Ellos creyeron que, con Dios, Israel era más que suficiente. Pero el pueblo eligió escuchar la voz del temor: se dejaron llevar por el informe negativo, y el desánimo se apoderó de su corazón. Cambiaron la promesa por la duda, lo sobrenatural por lo natural.
Que diferente sería nuestra vida si buscáramos ver cada situación a través del filtro de las promesas de Dios y no desde nuestra imposibilidad humana que solo trae dolor y frustración. Que nuestra oración sea tener nuestros ojos espirituales abiertos para ver las cosas a través de la verdad. Pues no es por vista si no por fe. 2 Corintios 5:7